¿Por qué tenemos miedo a ser felices?

A menos que hayas vivido en una burbuja de cristal la mayor parte de tu vida, al ir creciendo te habrás imbuido de los mensajes con los que la sociedad y el entorno nos envuelven constantemente. A pesar de la labor de nuestros bienintencionados padres y educadores, si eres como la mayoría de los seres humanos, habrás aprendido a buscar la aprobación de los demás y a confiar más en las opiniones y juicios de otras personas que en los tuyos propios. Por todo ello, lo más seguro es que tengas un miedo innato a ser rechazado o rechazada por los demás, miedo a hacer el ridículo, miedo a que nadie te quiera, miedo a equivocarte o a fracasar, miedo a no ser feliz…

Y hasta aquí todo parece bastante normal ya que a nadie nos gusta ser infelices, ¿verdad?

Ahora bien, tal vez te sorprenda saber que lo realmente nos produce pánico no es fracasar sino todo lo contrario, lo que realmente nos aterroriza es tener éxito: ser felices.

¿Por qué?

Los seres humanos nacemos felices, solo basta ver a un bebé de pocos meses de edad. Un bebé no se cuestiona las cosas, vive en un constante momento presente. No pide permiso para obtener lo que quiere; si tiene hambre pide alimento; si tiene sueño, duerme; si quiere jugar, juega. Un bebé no piensa “tengo que ser el mejor bebé para que se me quiera”, simplemente es y recibe amor a cambio, solo por existir.

Un bebé es un ser emisor de amor pero cuando no recibe amor a cambio (por ejemplo, cuando llora porque está diciendo “tengo hambre o quiero que me abracen” y papá o mamá le gritan para que se calle porque están agotados) el bebé empieza a adaptar su emisión como un camaleón para que la energía que le viene devuelta no le haga daño. Y pasamos de ser seres que simplemente son a ser seres que emiten lo que se espera de nosotros para recibir la respuesta adecuada. Nos adaptamos para sobrevivir tanto física como emocionalmente.

002_bebe

A lo largo de nuestra infancia recibiremos más de 30.000 horas de mensajes de nuestro entorno que irán moldeando nuestra personalidad y antes de cumplir los ocho años ya tendremos una opinión bien formada de nosotros mismos: creeremos que somos personas de éxito o unos completos fracasados, nos gustará quiénes somos o desearemos ser otra persona.

A partir de esta edad iniciamos el vuelo en automático y los mensajes que hemos ido grabando en nuestro subconsciente nos acompañan como polizones anónimos. Ni siquiera somos conscientes de que tenemos un subconsciente.

Por eso, aunque la E.G.B. o el Bachiller quedó atrás hace muchos años, seguimos teniendo mucho miedo a que nuestro jefe (“nuestro padre”, “nuestro profesor”) nos llame a su despacho para echarnos un rapapolvo, tenemos miedo a que si les decimos a nuestros amigos que no nos apetece ir este domingo a comer a su casa, se contraríen o se sientan ofendidos, tenemos miedo a que si dejamos nuestro trabajo para dedicarnos a lo que siempre hemos querido, nuestra familia nos diga que estamos locos. Porque seguimos siendo ese bebé que se adaptó para que no le hiciesen daño.

Ahora bien, ¿por qué tener miedo a ser felices?

Porque desde que éramos bebés hemos desarrollado una postura, hemos aprendido a ser “otra cosa” diferente a quienes somos, hemos adoptado un personaje y lo hemos estado representando durante años de forma que nosotros mismos nos creemos nuestro papel. Cada papel está diseñado por nosotros para conseguir una serie de retribuciones, tanto positivas como negativas: cariño, atención, sensación se seguridad, poder sobre otros, autocastigo, confirmación de que no valemos lo suficiente, etc.

002_critica

No importa que no seamos felices, lo que importa es que llevamos tanto tiempo representando ese papel que creemos que no sabemos hacer otra cosa. Es nuestro “terreno conocido” y como dice el terrorífico refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Entonces, ¿por qué nos da miedo ser felices?

Como dicen Muriel James y Dorothy Jongeward en el extraordinario libro “Nacidos para triunfar”:

“El hombre moderno usa muchas máscaras y tiene muchas formas de coraza que mantienen su realidad restringida y desconocida, incluso para sí mismo. La posibilidad de hallar la propia realidad –de conocerse a sí mismo- puede ser aterradora y frustrante. Muchos individuos esperan conocer lo peor, pero también existe un temor oculto en el hecho de que pueden descubrir lo mejor. Descubrir lo peor es enfrentarse con la decisión de continuar o no con las mismas normas. Descubrir lo mejor es enfrentarse con la decisión de vivirlo o no.”

Porque ser felices entra en “terreno desconocido” y todo lo nuevo asusta (nos remitimos al conocido refrán). Nuestro cerebro no tiene datos de ese “algo nuevo” y por tanto, no puede prepararnos para lo que pueda pasar si nos adentramos en lo desconocido.

También tenemos miedo porque la experiencia (en realidad, la interpretación que hemos hecho hasta ahora de lo vivido) nos dice que la felicidad no puede durar ya que no nos la merecemos. Pensamos que cuanto más alto subamos más grande será después la caída, por tanto preferimos darnos el tortazo por nuestros propios méritos: “Para que venga alguien y me haga daño, ya me lo hago yo”. Por eso analízate en los días posteriores a un acontecimiento feliz o a una buena noticia, ¿qué mensajes te lanzas interiormente? ¿Te autosaboteas para no sentirte bien? Curioso, ¿verdad?

Y por último, ¿por qué tenemos miedo a ser felices? Porque ser felices implica abandonar el papel que llevamos toda la vida representando y asumir el control de nuestra propia vida, implica aceptar la responsabilidad de nuestra propia felicidad en lugar de echarle la culpa a factores externos (mis padres, mi pareja, el gobierno, la crisis, etc.), implica reconocer que todo lo que habías aprendido de ti no es cierto, tan solo eran las opiniones de otros y que asumiste como propias, implica mirar dentro de ti para perdonarte por haberlas creído y empezar a quererte de nuevo, como cuando eras aquel bebé. Implica asumir que, a partir de ahora, tú eres la única persona responsable de cómo te sientas y eso es una gran responsabilidad.

Abre los ojos poco a poco y reconócete en ese bebé. Quiérete porque así lo mereces. No hay peligro en ser feliz, nada malo ocurrirá si te entregas a disfrutar de cada momento. Nadie puede arrebatarte esa felicidad, solo tú. Sigues siendo ese bebé (con algo más de peso y quizás algo menos de pelo…) y mereces todo el amor del mundo por el mero hecho de existir, así que no tengas miedo y reclama tu felicidad.

002_02

“Nuestro miedo más profundo no es el de ser inadecuados. Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta. Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso, extraordinario? Más bien, la pregunta a formular es: ¿Quién eres tú para no serlo?” Extraído de “Volver al Amor” de Marianne Williamson.

2 thoughts on “¿Por qué tenemos miedo a ser felices?

  • Me ha gustado mucho esta entrada. Considero que si nos guiamos en el día a día por ese “ser” interior, puro, sano y porque no: “niño”, nos indicará el camino a ser felices. Se puede conseguir, es una alegría, y también un logro del auto-conocimiento.
    Un saludo y gracias por este tipo de artículos.
    Helios

    • ¡Muchas gracias Helios! Efectivamente, muchas veces tendemos a tirar la toalla porque lo consideramos demasiado difícil pero es más fácil cuando orientamos nuestra mente no hacia la dificultad sino hacia los maravillosos beneficios que conseguiremos una vez superadas dichas dificultades. ¡Un fuerte abrazo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *